Creo en la crítica pública. Cuando uno se pone delante de una cámara o de un boligráfo por propia voluntad a expresar sus opiniones corre el riesgo de ser criticado. Más que un riesgo, es una consecuencia lógica de estar en cualquiera de los lados de la vida pública y así hay que aceptarlo y asumirlo.
Espero que todos lo asumamos.
Leo hoy con detenimiento a uno de mis articulístas favoritos. Podeís ver el enlace de la noticia pinchando
aquí. No conozco a
Fernando Santiago en persona, ni él a mí, jamás hemos podido intercambiar opiniones y nunca se ha preocupado de saber de primera mano mis opiniones políticas. Se lo respeto, como no podía ser de otra manera.
Sé que me ha dedicado varios artículos de opinión, que tan sólo una vez fueron respondidos por mi parte. Soy de los que creen que el género epistolar para el debate en los medios de comunicación aún es útil y que debe cultivarse y mimarse. En cualquier caso, sé que tengo las de perder puesto que mi verbo, aún el escrito, no es tan ágil ni poderoso como el suyo, ni espero contar con las mismas oportunidades ni sitios con el mismo espacio que tiene él para compartir este maravilloso arte o pasatiempo que supone el discutir y debatir en público.
A mí ya me llamó
sicofante en una ocasión. Reconozco que tuve que buscar en internet su significado. Hoy no seré yo el que a tenor de lo escrito hoy en El país, edición de Andalucía, le diga lo mismo. Y no lo haré, puesto que no creo que haya dolo o mala fé en todo lo que dice en dicho artículo de opinión. Simplemente creo que se habla de oído únicamente escuchando una versión y no contrastando los hechos.
Yo, como siempre en todas estas cosas, me voy a limitar a rogar que se aclaren determinadas dudas que me han surgido al respecto de lo dicho por parte del Presidente de los Periodistas de Cádiz.
Quiero saber exactamente por qué se me ha puesto esa cara de Pinocho cuando he leido la opinión de FS.
Estimado Fernando:
¿ Es mentira que no existe ninguna resolución de ningún expediente sancionador que determine mi expulsión como afiliado de Izquierda Unida?
¿ Es mentira que durante los años 2003 a 2006, ambos inclusive, prescribieron más de 1700 expedientes disciplinarios en el urbanismo de Chiclana sin que el gobierno local de entonces pusiera ningún medio para evitarlo?
¿ Es mentira que la concejala Nadine Fernandez tiene como residencia habitual un chalet donde convive con su pareja y en el cual se realizaron, siendo ella ya concejala, obras sin licencia municipal y no legalizables?
¿ Es mentira que el edificio que alberga el Hotel Barcelo, propiedad de una empresa del sevillano Luis Portillo, cuenta con una licencia de primera ocupación dada separandose el político del criterio de hasta tres técnicos diferentes?
¿ Es mentira que también se vendieron casi 3000 metros cuadrados de aprovechamientos urbanísticos que no contemplaba el planeamiento urbanístico vigente?
¿ Es mentira que Luis Portillo es amigo de Manuel Chaves?
¿ Es mentira que el concejal socialista Ruiz Piñero se construyó en su domicilio una tercera planta sin licencia y contraviniendo el propio plan urbanístico, y que la sanción correspondiente nunca llegó a cobrarse?
¿ Es mentira que en la concesión de una licencia de obras de adaptación de un local para supermercado en el centro comercial Tartessus de Chiclana se concedió dos días antes de las últimas elecciones municipales separandose del criterio de dos técnicos municipales?
¿ Es mentira que en una parcela propiedad de José María Román, alcalde de Chiclana desde este sábado, se construyó una vivienda sin licencia?
¿ Es mentira que siendo Manuela Moreno Delegada municipal de Hacienda de Chiclana entre los años 2003 y 2006 se dejaron de cobrar cerca de 100 millones de euros en sanciones urbanísticas "gracias" a la prescripción de más de
1700 expedientes urbanísticos?
Estas y otras muchas preguntas son las que asaltan ahora mismo mi mente. Y ya digo que no tengo el ánimo de polemizar con el señor Santiago ( tendría las de perder seguramente), pero hay cosas que ya me cuesta admitir. Y una de ellas es abrir un periódico o consultarlo por internet y verme a mi mismo como el de la ilustración de más arriba.